
Hace 40 años, un viernes primero de junio como hoy, pero de 1967 para ser más exactos, el mundo entero se cimbró ante la presentación de un nuevo disco de rock, del grupo más famoso del planeta: Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band era el nombre del disco, y la banda se llamaba The Beatles.
Este disco, el octavo de este grupo inglés, vino a sacudir y revolucionar el mundo de la música; sin embargo, para muchos críticos y melómanos, no es para nada el mejor disco de rock de la historia. Muchos se inclinan por el Dark Side of the Moon de Pink Floyd, otros por el London Calling de The Clash, algunos optarán por el cuarto disco sin título de Led Zeppelin, el Joshua Tree de U2, el Freak Out de Zappa, el Highway 61 Revisited de Dylan, el OK Computer de Radiohead, el Velvet Underground & Nico de The Velvet Underground, o incluso, salen con disparates como el Pet Sounds (supuesto inspirador del Sargento) de The Beach Boys, o el Sam’s Town de The Killers.
Tampoco fue el mejor disco de The Beatles. La mayoría optará por el inclasificable Revolver, o por el disparejo White Album. Tampoco fue un álbum seminal como lo fue Rubber Soul, ni mucho menos es la gran obra maestra, el summum de la discografía beatlesca que es Abbey Road. (En lo personal, el mejor disco de todos los tiempos).
¡Vamos! Ni siquiera fue el mejor disco de 1967. Ese año prolífico e irrepetible nos legó joyas como los discos debut del ya mencionado The Velvet Underground (más influyente en cuestiones musicales que el sargento), el homónimo de The Doors, el Are you Experienced? de Jimi Hendrix, The Piper at the gates of dawn de Pink Floyd, además de el Disraeli Gears de Cream, The Who sell out de The Who, el Something Else de The Kinks (grupo favorito de don HGM). A mi parecer, todas estas obras superan al Sargento Pimienta (como se le conoce cariñosamente en México).
Entonces, ¿qué es lo que hace diferente a este álbum de todos los demás discos? La ambición artística, la búsqueda de nuevos horizontes, el paradigma de romper normas establecidas.
Antes de 1967, el mundo era una triste película en blanco y negro, inclusive para los Beatles, un buen grupo que estoy seguro de que si no hubieran grabado el Sargento Pimienta, de todas formas seguirían siendo el mejor y más famoso grupo de rock de todos los tiempos. En 1966 habían grabado el que para muchos es el mejor disco de rock: Revolver. La portada de este disco era muy sencilla, en blanco y negro.
Sargento Pimienta vino a pintar el mundo de colores. No sólo revolucionó la forma de hacer y presentar la música, sino que también fue un golpe que sacudió al mundo entero en todos sus aspectos: artísticos, culturales, sociales, morales, religiosos y sicológicos.
A partir del primero de junio de 1967 el mundo sería diferente. El rock había alcanzado su mayoría de edad, dejaba de ser mero entretenimiento juvenil, música popular sin trascendencia, para convertirse en algo serio, revolucionario, influyente, música con mensaje, un arma poderosa para cambiar las mentes y las formas de hacer las cosas.
Eso es lo que hizo importante, influyente y convulsionador a este disco. Supo aparecer en el momento y en el lugar adecuado.
Desde ese momento los discos podían catalogarse como toda una obra de arte, equiparables a una escultura, una pintura o un buen libro.
Asomándonos a la superficie, podemos ver que la portada del álbum (para muchos, la mejor de la historia) resultó innovadora, imaginativa, creativa (los músicos pasaban de ser simples monos de pasarela dejándose tomar una foto, a involucrarse directamente con el arte de la portada), arriesgada, atrevida, transgresora, provocadora, perturbadora (recuerdo que en mi infancia, un maestro de escuela dominical nos decía que las plantas que salen en la cubierta eran de marihuana, lo cual es totalmente falso), colorida, sicodélica, y sobre todo una bella obra de arte. Realmente algo insólito para aquella época.
Eso sin contar que los trajes coloridos que los Beatles portaban en la cubierta del álbum (dejando atrás la solemnidad de sus tristes trajes), serían la nueva tendencia a seguir en cuestión de moda en todo el mundo.
Ahora, lo más importante: la música. Trece canciones (incluyendo un reprise) fueron suficientes para poner al mundo de cabeza. ¡Vaya canciones!
El disco abre con ese rocanrolazo que le da nombre; la influencia de este fue rapidísima: el mismo Hendrix hizo un cover en directo de esta canción a los tres días de haber salido a la venta. Luego With a little help from my friends, una hermosa canción cantada de modo excelente por Ringo, la cual a pesar de su tonada candorosa e inofensiva causó controversia por su alusión a las drogas.
Lucy in the sky with diamonds fue de igual o mayor controversia que la anterior. Esta cumbre de la sicodelia fue acusada de promover los viajes en ácido ¡sólo por tener las iniciales LSD en el título de la canción! Según Lennon, autor de la obra, todo se debía a una coincidencia, y el título era por un dibujo hecho por su hijo Julian.
Getting Better es otro rockcito con una letra en apariencia feliz y esperanzadora enmarcado por un particular riff de guitarra.
Fixing a Hole es una obra cortesía de McCartney (quien reconoce alusiones a las drogas en esta canción) rica en armonías, con aires de música de los años 20 y 30.
She’s Leaving Home, es una de las cumbres de The Beatles. Una obra de arte. La historia de una joven que abandona su hogar. El arreglo de cuerdas, las arpas, la voz de Lennon en primer plano, y los coros realmente conmueven. Si esta canción no te hace llorar, entonces no eres humano.
Being for Benefit of Mr. Kite es una canción de aires circenses. Divertida y con varios cambios de ritmos. Escrita por Lennon e inspirada por un viejo cartel de un circo que compró en una tienda de antigüedades.
Luego sigue otra joya. Within you without you escrita por Harrison. Todo un tour de force, con esos violines, la tabla hindú, el sitar, y esa voz de George que nos transporta a la mismísima India. Un gran corte espiritual.
When I’m Sixty Four de McCartney, es una canción acompasada con aires cabaretescos, la cual habla sobre el amor eterno. Lástima que dos beatles no hayan vivido para contarlo.
Lovely Rita, es una hermosa canción pop, con unos ricos arreglos de piano y de voces. Esta canción alude a la supuesta muerte de McCartney quien habría muerto en un accidente de auto, por andar viendo a una inspectora de parquímetros (meter maids les llamaban).
Good Morning Good Morning. Aunque no deja de ser una gran canción, en lo personal me parece un tanto floja e intrascendente. Aunque eso sí, muy activa, en especial con ese canto de gallo. Útil para levantarse en las mañanas. Inspirada en Cornelio, la mascota de los Korn Flakes de Kellog’s.
La penúltima canción es un reprise del primer tema, aunque con un ritmo más rápido, y una guitarra que la hace más roquera.
Y llegamos al gran final: A Day in the Life. ¿Qué puedo decir? Otra obra maestra beatlesca. Para muchos, la mejor canción de Los Beatles, disputando el puesto a Strawberry Fields Forever, y a I am the walrus. Para mi no lo es, pero me pongo de pie ante la grandeza de esta canción. Única, imaginativa, irrepetible, sin igual, mágica, ensoñadora. ¿Cuántos grupos de grandes ligas matarían por tener una canción tan enaltecedora y gozosa como esta? Muchísimos y pongan al que quieran.
En fin, podríamos decir con absoluta seriedad que la aparición de este disco es el equivalente musical de la llegada del hombre a la luna o, si les gusta el cine, piensen en El Mago de Oz: Dorothy viviendo en un mundo en sepia para después, ser transportada por un remolino a la Tierra de los Munchkins en donde el mundo se transformaba en un vívido y alegre tecnicolor. Si la historia de la humanidad esta dividida en Antes de Jesucristo y Después de Jesucristo, no hay duda de que la historia de la música popular debemos dividirla en Antes del Sargento y Después del Sargento. He dicho. Larga vida al Sargento. Amén.