martes, febrero 14, 2006

LA TRISTE HISTORIA DE KATHY LA ORUGA*

CHAPTER NUMBER ONE



LA TRISTE HISTORIA DE KATHY LA ORUGA


Martes 13 de noviembre de 1998. Impresora Donneco Internacional

Eran las 6:30 de la mañana, estaba a punto de salir pues trabajaba en el turno nocturno. En eso entraron unos chavos y chavas nuevas acabados de contratar, y entre todos ellos la vi a ella. Su mirada entró en mis ojos como una espada, penetrante y fulminante. Me quede paralizado, con la bocota abierta. No pude resistir su mirada y mejor volteé hacía otro lado.
Ahí estaba la chava más hermosa que en mi vida y en mi mundo jamás había visto.
A mí en lo particular me gustan las chavas como sean, pero hay un tipo de ellas que me matan, me enloquecen y alucino barato por ellas. Son las güeras. No sé por qué. Muchos prefieren las morenas, pero a mí me encantan las rubias. Pero no crean que me gusta cualquiera, sino que sean de rasgos muy finos, y esa chava era perfecta para mí.
Era casi de mi pelo, flaquita, piel blanquísima, pelo largo y lacio, y unos ojos encantadores…Era como el gato persa que siempre he querido tener.

Afortunadamente la semana siguiente me cambiaron al turno de la mañana (Allá no son como aquí que nos tienen toda la eternidad en un solo turno -¡Gulp! Espero que no me corran por esto-), así que me toco estar en la misma línea, pero no en la misma área. Hagan de cuenta que ella estuviera en una Brazer y yo de cochinote en Preforme.
Bueno, ya saben como son los supervisores y los jefes de grupo de todas las fábricas. No te pueden ver fuera de tu área de trabajo porque se escandalizan y no te bajan de flojonazo y de tirabarras. Así que furtiva y clandestinamente hacía mis incursiones al área de trabajo de ella, sólo para verla y observarla. Me di cuenta que era diferente a las demás morrillas; había algo especial en ella, en su mirada, en su forma de hablar, de comportarse, de caminar, de vestirse… Era media fresilla y a mí me encantan las fresillas. Lo dicho antes, era igual a un gato persa.

Pasó el tiempo y mis contactos me informaron que ella se llamaba Kathy Kolansinsky Kruppa. Que era de Pánuco, Veracruz. Que vivía en Reynosa con sus tíos. Que era descendiente de finlandeses. ¡Lo mejor! Era roquera y le gustaba Los Beatles, Radiohead, Beethoven, Mozart y Bach.
Lo peor. ¡Ya tenía novio!

El tiempo pasó y nunca le hablé. Lo peor es que llegaron las vacaciones de diciembre. Me sentí triste de no verla, pero al regresar de vacaciones mi desgracia fue más grande: Ella no regresó. Me sentí de la patada.

Pero la fuerza del destino hizo que nuestras vidas cual piedras rodantes se volvieran a encontrar. De nuevo entro en la fábrica. Me sentí feliz, y ahora estaba decidido a todo.

Pasaron unas semanas y llegó febrero. A alguien de Recursos Humanos se le ocurrió hacer algo semejante a lo que se les ocurrió a los genios de TI Group por motivo del 14 de febrero. (Ya saben como son los de RH, ya no saben ni que inventar para “motivar” al personal, pero en fin, se les agradece)
Nota: Si no me ven la próxima semana es que me corrieron por escribir esto.
La diferencia era que en Donneco teníamos que escribir una carta y dársela a una chava que se encargaría de entregársela a la persona que nos trajera de un ala y por la calle de la amargura.
Esa era mi gran oportunidad, así que en los días siguientes me puse a escribir una carta donde le pedía ser su amigo. Le daba mis datos y todo. Aparte en un sobresote amarillo metí dos tarjetotas que había comprado. Estaba muy seguro de que todo iba a salir bien. Sin embargo… Saquen sus pañuelos porque lo peor está por venir.
Con pena entregué mi carta con mi nombre en el sobre, y el de ella también, y yo que quería que fuera anónimo. Con la ayuda de un gran amigo al que le decíamos el “Checo” (no, no es porque fuera de la Rep. Checa, sino que se llamaba Sergio) quien se convirtió en mí cómplice, pude entregar mi carta.
Eso fue el 13 de febrero de 1999. Entregamos le sobre en la tarde. Nuevamente estaba en el turno nocturno y Kathy en la mañana. Me fui a mí casa (que es la suya también) y no pude dormir pensando en el momento en que Piquitipaf (así le digo de cariño) la leyera.
Al llegar a trabajar en la tarde, lo que me extrañó fue no verla. Presentí que no había ido a trabajar y me sentí frustrado.
Pasó el tiempo y mi cómplice el “Checo” me dio la mala nueva: Kathy no había ido a trabajar, pero lo peor es que un día antes había renunciado. Ahora sí para nunca más volver a Donneco. ¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡Nooooooooooooooooooooooooooooo!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
No lo podía creer, me quería morir. No saben cuanto lloré. Es mentira que los hombres no lloran. Todos lloran hasta TU que estás leyendo esto y te sientes muy hombre, en tu interior y cuando nadie te ve lloras como una niña.

El viernes estaba en el descanso. Sin querer me asome a la recepción y que la voy viendo. No sabía que hacer, quería ir a verla y decirle que tenía algo para ella, pero no podía salir, así que me fui corriendo a ver a la chava que le había entregado la carta para que me la diera. La chava me dijo que la traía un gordo llamado Roque (un gordito con preferencias sexuales con los de su mismo bando). Lo peor es que Roque estaba en la mañana y ya se había ido.
Así que con mi tristeza y con el tiempo encima regresé de nuevo adonde Kathy estaba.
Estaba, tiempo pasado. Ya se había ido. Como un fantasma desapareció, como una estrella fugaz que sólo la vez unos segundos para no verla jamás. Mí alma se sintió abatida, derruida, inconsolable. No tengo palabras para describir ese día negro y nefasto. El destino me venció y nunca volvería a verla.
Si creen que esto terminó así, están equivocados.


CHAPTER NUMBER TWO

KATHY LA ORUGA Y LOS TRES MOSQUEPERROS CINCO AÑOS DESPUES

Kill me Kathy, kill me again with love.

Todo se lo debo al internet, a la revista La Mosca en la Pared, al rock, a Saúl Hernández (“cantante” de Jaguares) y a las muertas de Juárez.
En el 2003 aprendí a usar la computadora, así que en el extinto foro cibernético de la Mosca en la Pared empecé a escribir sobre películas, libros, música, rock… Dejabas mensajes, ponías tu nombre y tu correo. Todo era una discusión interminable y se ponía chido: Unos defendiendo el rock mexicano, otros diciendo que no existe; otros que es una porquería y otros alabándolo; unos que el rock inglés es mejor que el norteamericano; que el nuevo disco de Julieta Venegas es una porquería, que Coldplay es una copia de Radiohead, skatos contra punks, brits contra metaleros, que los darks son cursis… y yo, peleándome afirmando que Saúl Hernández en vez de cantar parece que lo están matando (sino escuchen su horrible versión de “Te lo pido por favor” de Juan Grabiel- Grabiel, como dicen los nacos como USTEDES comprenderán-), que es un oportunista con eso de las muertas de Juárez… y otros defendiendo al pobre de Saúlito, y otros apoyándome.
Entre los que me apoyaban había una persona que siempre hacía comentarios inteligentes y que nunca ponía su nombre, solo ponía K3.
Después de un tiempo le escribí un correo y empezamos a platicar por el Messenger. Resultó que era de Reynosa, nos hicimos amigos y decidimos conocernos en persona. Así que la oportunidad de un roquero es un concierto, y nada mejor que enamorarse de una chica banda con sus botas Flexi negras y un roquero con sus botas Dr. Martens que en un concierto de Café Tacuba.
Gracias a mis artimañas ya que para nada escucho esa estación horrible llamada EXA FM, ni tenía la EXACALCA que era requisito indispensable para conseguir dos boletos. Así que por el correo le eché un choro mareador al locutor quien se apiadó de mí y me regaló los boletos no sin ante ponerme en vergüenza en cadena local con todo y nombre diciéndome que no fuera chillón.
Llegó el día del concierto. La chava nunca me había dicho su nombre ni como era, no sabía nada de ella. ¿Quién creen que era? Tan ta tan táááááááánnnnn ¡Kathy Kolansinsky Kruppa! No lo podía creer. Ahí hablé por vez primera con ella.
Después de bailar como locos slam nos fuimos y a la semana siguiente ya estábamos en el Parque la Huasteca en Monterrey. Gracias al director de la revista Lengua que nos regaló otros boletos para ver de nuevo a Café Tacuba. En el viaje a Monterrey le conté toda la historia de la carta. Ella no lo podía creer.
En fin, todo el 2003 pasamos muchas aventuras juntos, como cuando quisimos formar un grupo que sólo duró un día, ya que el baterista el “Gori” se puso como loco y nos golpeó a todos (incluyendo a Kathy), sólo porque le dijimos que no llevaba el ritmo.
O cuando con mis cuates Ferdi y Herman le llevamos serenata sin avisarle: cantamos “María” de Café Tacuba, “Yellow” de Coldplay, “Quémate lento” y “La Rosa” de la Barranca, “I want you” y “Oh darling” de los Beatles y terminamos con “Exit music (for a film)” de Radiohead. Nunca salió, pero si salieron sus primos y su tío bien enojados y nos pusieron una corretiza por toda la colonia Rodríguez. Después supe que ese día ella estuvo en Pánuco con sus padres.

Ferdi me sugirió que le grabáramos un disco con mis berridos de borrego a medio morir. Así que con un amigo llamado Abimael (sobrino de un exgerente de producción de aquí) nos metimos a una iglesia cristiana. Abimael se sentó al piano, Ferdi en la guitarra eléctrica y yo en la acústica grabamos “The scientist” de Coldplay. Y antes de que el pastor llegara y nos corriera a todos a patadas grabamos “Creep” de Radiohead con Ferdi en la guitarra y yo con mi voz intentando emular a Thom Yorke
Bueno, le hice una carta y envolví todo en una caja con todo y moño.
La invité a mí casa el día de su cumpleaños (tengo prohibida la entrada a su casa, si me ven a una distancia de cinco cuadras a la redonda me disparan) y allí le regalé el disco. Lo escuchó y me abrazó. Me dijo que me quería mucho. Yo no le dije nada pero ella me dijo que sería padre si fuéramos novios. Yo le contesté que sería chido. ¿Aceptarías si te lo pidiera? Ella me dijo: Pidemelo y lo sabrás. No tuve más opción que hacerlo.
¿Qué creen que me contestó? Me dijo que no. Yo me quede callado y le dije que ya lo sabía. Entonces ella me abrazó y me dijo: No es cierto, sólo bromeaba, si quiero que seamos novios.
Y así termina esta triste, loca y feliz historia. Sólo hay un problema. Si llego a ganar (que no creo), no voy a poder ir a cenar porque ella está de viaje y regresa hasta dentro de 3 meses. Ni modo, al cabo que nunca me ha gustado comer en la calle, solo lo que cocina mi mamá y Piquitipaf. Fin.

*Nota: Con esta historia gané el año pasado el primer lugar en un concurso el 14 de febrero en la fábrica donde trabajo. Sí, ya sé que es muy cursi. Los roquerotes también tenemos nuestro corazoncito. Pero les confesaré la verdad, mis historias son tristes, nunca terminan en final feliz. Una parte de lo escrito es cien por ciento verídico, lo demás es ficción. Adivinen cual es lo real y cual es lo que yo me imaginé e inventé. Saludos y que pasen feliz día del amor y de la amistad.

10 comentarios:

Cazador de Tatuajes dijo...

Buen post mi estimado Hamlet. ¿tenia que ver el que te dispararan con el hecho de que las tres iniciales de esta chica eran K?

Ana dijo...

Muy chido tu relato...mucho muy. Además siempre me haces reir y eso me gusta.

Saludos

Lu García dijo...

Excelente historia mi querido Hamlet, aunque yo pensé que tenía algo que ver con el personajito verde, ya veo que rola por personajes más chidos...
Prefiero no pensar en que algo es ficción. Para mí todo es cierto.

Un abrazo.

Cazador de Tatuajes dijo...

Por cierto carnal: lo del Dark Side of the Moon no es leyenda urbana, es cierto y aca te paso el link con las intrsucciones precisas con la bendicion de santa Wikipedia y experimentado por moi

http://en.wikipedia.org/wiki/Dark_Side_of_the_Rainbow

Anónimo dijo...

zzzzzzzzzzz que weba me das

Hamlet dijo...

Esa es la intención anónimo. Dar weba.

Ciudadana Herzeleid dijo...

Hey, esta padre la historia, que bueno que no termina con el final feliz de "me quedo con la chava y vivo feliz para siempre" eso da continuidad a la vida del personaje siga, sin encasillarse tanto ;).

Garash dijo...

Ya sé porque es de tus favoritos. En nuestra mente todo es real.

Unknown dijo...

Mi relato favorito.

Unknown dijo...

Mi relato favorito.