jueves, septiembre 25, 2008

BLUE CHEER: VINCEBUS ERUPTUM



“El rock and roll es un 10 por ciento técnica y un 90 por ciento actitud. Si tocas una sola nota con la actitud adecuada, causará un efecto mayor que sesenta notas sin actitud alguna”.
Dickie Peterson

Blue Cheer era el nombre de un famoso detergente norteamericano; con el tiempo, el nombre fue adoptado para bautizar un poderosísimo ácido (LSD), y más tarde, fue usado para nombrar una banda de rock de San Francisco, California.
Mejor nombre no podrían haber escogido, ya que la música y el sonido que emanaban de sus voces e instrumentos eran potentes, poderosos y atronadores como el mejor de los ácidos.

Es sorprendente que a más de 40 años de haber sido grabado Vincebus Eruptum, su álbum debut, suene hoy en día tan fresco, potentísimo, y ruidoso que muchos discos de rock actuales; y lo más asombroso es que éste disco fue grabado y ejecutado por sólo tres personas, que sin embargo sonaban como un ejército de locomotoras descarriladas.
Los autores intelectuales de tales proezas eran Paul Whaley (batería), Leigh Stephens (guitarra), y Dickie Peterson (Bajo y voz).

En enero de 1968 debutaron con Vincebus Eruptum, un álbum fuera de serie, fundamental, seminal, y sobre todo influyente para la gestación y el desarrollo del futuro Heavy Metal.



¿Cómo definir el sonido de Blue Cheer? Nada había parecido a Vincebus Eruptum. Sonaba más pesado, chillón y extremo que cualquier otra grabación.
All Music lo define de manera precisa y certera: “Vincebus Eruptum es un power trio grabando con actitud punk explorando el blues a través del heavy metal”.
Otro término que me encantó fue el que un crítico dio a su música: “Una profanación”.

Y es que al escuchar el disco se da uno cuenta de la limitada capacidad técnica de Blue Cheer; como destrozan sin piedad por ejemplo, Summertime Blues, ese rocanrolazo del gran Eddie Cochran. Hablo de destrozarlo y profanarlo en el buen sentido del término: dinamitarlo, quitarle su frezes, ser irrespetuoso con el tema, y no una simple calca, ¡y vaya que lo hicieron!
Muchos han versionado este tema, lo han hecho pesado, y han salido bien librados. Allí están por ejemplo la versión de The Who en la Universidad de Leeds, el de Humble Pie (una banda injustamente olvidada) en su excelente álbum Smoke, o la versión de los Beach Boys, o esa joya del gran Marc Bolan; pero, aunque todas son excelentes versiones, ninguna como la de Blue Cheer, quienes tienen el descaro de robarse el riff inicial de Foxy Lady de Jimi Hendrix para el principio de Summetime Blues.

Asimismo se avientan un clásico del blues, Rock me baby del gran B.B. King. Sin dejar de ser blues, está canción suena tan pesada y sicodélica que significó un puente transicional entre el blues y el heavy metal.
Dr. Please, es una rola hipnótica, llena de distorsión, sucia y demoledora, que al igual que Out of Focus, son tan potentes que en su momento hicieron volar la mesa de mezclas. Tal vez no logren volar las bocinas de tu estereo, pero si le subes todo el volumen a las tres de la mañana puede que te conviertas en el más odiado del vecindario.


Parchment Farm es otro cover, original de un jazzero llamado Mose Allison. Una alucinación sicodélica, sacudidora, y sobre todo excitante y aturdidora.
El álbum termina magistralmente con la hiperquinética Second Time Around. Óigase la voz desgarrada y desafinada de Dickie Peterson, la guitarra rítmica y frenética, y esos solos de Leigh Stephens, y la batería restallante de Paul Whaley.
Lo mejor es el solo de batería que da paso al bajo de Peterson, y luego un gran solo ruidoso, cortante y feedbackiento de Stephens.

Podrían tocar de la patada, pésimos, horribles, ruidosos, desafinados, etc., pero no hay duda alguna sobre su actitud cien por ciento rocanrolera. Blue Cheer era una banda real tocando rock and roll.
Y Vincebus Eruptum, es un álbum que así nada más, siendo provocador, valemadrista, juguetón llegó a ser inspirador y padre del heavy metal.

Nota final: los de Blue Cheer hicieron otros grandes discos, en especial el Outsideinside (agosto 1968). Sin embargo, a lo largo de su carrera tuvieron múltiples cambios de personal y de nombre. El único integrante original que permaneció en todas las alineaciones fue el bajista y cantante Dickie Peterson.
Afortunadamente, el año pasado Blue Cheer resucitó nuevamente con dos miembros originales, el eterno Paterson, y el baterista Paul Whaley; juntos crearon uno de los mejores discos de heavy metal del año pasado, el poderoso What doesn’t Kill you. Un álbum atronador, sicodélico, pesadísimo, que viene a demostrar que el talento, energía y poderío de este par de compadres no ha sufrido mella alguna, y que el tiempo los ha vuelto más mejores todavía.

What doesn’t Kill you, no dejen de escuchar y disfrutar este gran álbum que merece una mención especial por esa portada tan excelsamente alucinante.



AQUÍ podeís bajar el Vincebus Eruptum, y...

ACÁ el What doesn't kill you.

Links tomados del blog ROCK AND ROLL JUNKYARD

lunes, septiembre 08, 2008

COWBOY JUNKIES: THE TRINITY SESSIONS



Hace 20 años en Canadá, mucho tiempo antes de que existiera una banda llamada Arcade Fire, hubo un grupo de Ontario llamado Cowboy Junkies, quienes en 1988 lanzaron al mercado un disco tan inmaculadamente hermoso y celestial. El nombre del álbum era The Trinity Sessions; y aunque es uno de los discos más bellos jamás grabados, es al mismo tiempo uno de los más injustamente ignorados y desconocidos. Quien no lo haya escuchado nunca, no sabe de lo que se pierde.



El grupo fue formado en el año de 1985 por Michael Timmins (guitarra) y su amigo de infancia Alan Anton (bajo); más adelante se les unieron Peter Timmins quien se encargó de la batería, y Margo Timmins que ocupó el puesto de cantante.
Los tres hermanos Timmins venían de una familia dedicada al mundo del entretenimiento. Tenían otra hermana llamada Cali, la cual era actriz y saltó a la fama con la serie televisiva Ryan’s Hope. Los cuatro, junto con John Timmins (otro hermano) eran descendientes de Noah Timmins, un explorador minero y fundador del pueblo que lleva su apellido.

Aunque tenían muchas influencias country y sureñas en su música, los Timmins y compañía no eran para nada vaqueros ni mucho menos adictos a ninguna clase de drogas, si acaso a la música. El nombre Cowboy Junkies lo eligieron al azar, ya que se aproximaba una gira.

En 1985 lanzaron su primer disco llamado Whites off earth now!! Cabe mencionar que Margo era muy tímida, jamás había cantado en público, pero eso no impidió que su voz frágil, delicada y melancólica impregnara de belleza cada tema grabado.
1988 fue el año de su consagración al lanzar el mejor disco de su carrera, su obra maestra. El inconmensurable The Trinity Sessions. Una muestra palpable del esfuerzo humano; un claro ejemplo que demuestra que cuando sobra el talento, la imaginación y el amor al arte, se pueden lograr grandes cosas con pocos recursos.

La historia detrás de la grabación es por demás curiosa. Los Timmins persuadieron a los oficiales de la iglesia de la Santísima Trinidad de Toronto para que los dejaran grabar el disco en el interior de la misma, claro que para esto tuvieron que inventar que estaban grabando un especial de navidad para la radio, y pagar $250.00 dólares por sesión.
La grabación comenzó el 27 de noviembre de 1987. La iglesia fue elegida por el efecto natural de reverberación, algo que logró darle un toque muy intimista al álbum.
Todo fue grabado con un solo micrófono; eso, aunado a una limitadísima pero excelente producción por parte de Peter Moore, dio como resultado un álbum cautivador, cálido, intimo, exultante, inclusive aterrador, pero sobre todo muy gozoso.



El álbum comienza de una manera excelente con Mining for Gold, interpretada por Margo Timmins totalmente a capella. Las atmósferas de este himno transmiten una sensación de estar suspendidos en el tiempo sobre una montaña.
Apenas termina esta canción, cuando entra una armónica ejecutada magistralmente por Jeff Bird (mandolina, violín), y el rasgueo sencillo de la guitarra acústica de Michael. Juntos arropan las bellísimas voces de Margo y John Timmins (guitarra, voces de apoyo), y el acordeón de Jaro Czwewiner. Juntos recrean la hermosa Misguided Angel.
El tercer track es un homenaje a Elvis Presley y a la clásica “Blue Moon”. Es una vuelta de tuerca, una mezcla de la original combinada con una nueva canción. El resultado se llama “Blue moon revisited (song for Elvis)”, la cual incluye un gran bajeo circular de Alan Anton.
I don’t get it, es un country oscuro, muy sensual y cabaretero. Una especie de Portishead con sombrero y botas. Enigmático y cautivador. Con una armónica aullante cortesía de Steve Shearer, toques de jazz y un excelente solo de guitarra.
Le sigue a este tema, una revisión de I’m so lonesome i could cry del gran Hank Williams. Una magnífica interpretación minimalista en donde destaca el bajo de Anton, la batería casi imperceptible de Peter, pero sobre todo las guitarras de Kim Deschamps (pedal steel, dobro, slide), y la voz de Margo, cuya interpretación tan sentida y convincente podría hacerte cortar las venas, o al menos llorar tus penas con un vaso de alcohol.
To love is to bury en cambio, es un tema muy tranquilo y evocador, en las que destacan el acordeón de Jaro Czwewiner, el violín de Jeff Bird, y la guitarra slide de Kim Deschamps quien realmente se lució en este disco.
La discreta 200 more miles, es un pequeño himno desapercibido, una joya con tintes oscuros, un tema minimalista en lo que importa más es la letra.
Dreaming my dreams with you es una especie de vals. Toda una belleza, es quizá el tema más luminoso de todo el disco.
Working on a building es uno de los mejores temas. Una especie de jazz rock progresivo, el cual da la sensación de que en cualquier momento va a explotar, pero siempre logran contenerse en el borde.
El track 10, es un cover de Sweet Jane, la famosa composición de Lou Reed; si la original suena muy dulce y festiva, la versión de Cowboy Junkies suena tan triste. Me atrevo a decir que es incluso superior a la de Reed. Esta versión fue incluida en el soundtrack de Asesinos por Naturaleza (Natural Born Killers) de Oliver Stone en 1994, lo cual los catapultó más a la fama.
La penúltima canción es Postcard Blues, otro tema absolutamente minimalista, el cual sólo incluye una armónica por parte de Steve Shearer, una guitarra, y la voz de Margo. Un blues primitivo, totalmente oscuro y aterrador.
Walking alter nigth cierra con broche de oro esta obra maestra. Un blues con todas las de la ley. Si el tema anterior destacaba por su austeridad, este en cambio, está dotado de una rica instrumentación; un gran tema de despedida, un gran finale el cual parece haber sido grabado más que en una iglesia, en un cabaret de mala muerte.

52 minutos de emociones puras capturadas en un pedazo de plástico o vinil. Altamente recomendable para almas solitarias y corazones rotos. No apto para depresivos y suicidas.

CODA

Cowboy Junkies es un excelente grupo. No lo dudo para nada. Ha entregado grandes discos después del Trinity Sessions:
The Caution Horses, 1990
Black Eyed Man, 1992
Pale Sun Crescent Moon, 1993
Lay It Down, 1996
Miles from Our Home, 1998
Waltz Across America, 2000
Open, 2001
In the Time Before Llamas, 2003
One Soul Now, 2004
Early 21st Century Blues, 2005
At the End of Paths Taken, 2007
Trinity Revisited, 2007

Sin embargo, por una extraña razón, su álbum Trinity Sessions los estigmatizó como una banda de culto. Más que bien, llevar este apelativo es un mal que las bandas tienen que soportar. Es algo que los limita, encuadra, encierra; una especia de ratonera, un hámster en una rueda que por más que haga no puede salir de allí.
Aunque tienen el consuelo de una enorme cauda de fans que siempre estarán allí apoyándolos en las buenas y en las malas, comprando todos los discos, y que siempre estarán presentes en todos los conciertos.
Los Cowboy Junkies seguirán haciendo buena música, no lo dudo, como dudo que logren superar un disco excelso como The Trinity Sessions.
Sólo queda apelar a los buscadores musicales que se sumerjan en la discografía cowjunkiesca, que los conozcan, que los disfruten, que los difundan, porque esta banda canadiense es mucho más que una simple banda de culto.
Para terminar, aqui una pequeña probadita para que los disfruen. Cinco excelentes temas, y si les gustan, no duden para nada conseguir el disco completo:


SeeqPod - Playable Search

Atención a todos los fans de los Gatitos, perdón, a los fans de Nacuares, perdón otra vez, fans de Jaguares, para el próximo fin de semana este blog les tiene preparada una agridulce sorpresa así que no dejen de leernos y corran la voz.

lunes, septiembre 01, 2008

NO ESTABA MUERTO, ANDABA EN EL REAL

Pues aquí estoy de nuevo, después de un largo rato sin postear, y es que en estas últimas semanas me quedé sin trabajo, aproveché para irme de vacaciones, me puse a hacer una tarea escolar me impidió subir algún post. Pero lo que importa es que estoy de regreso.

Tengo muchas cosas que contar, pero bueno, las imágenes valen más que mil palabras, así que les dejo una breve reseña de mi viaje a Pachuca. Antes quise irme puebleando: la etapa original era Reynosa-Real de 14-Río Verde-Huayacocotla-Pachuca. Sólo alcancé a llegar a Río Verde, pues al dirigirme a Huayacocotla decidí abandonar el viaje en Huejutla y de allí me dirigí a Pachuca con mis familiares.

El plan original era empeyotarme en Real de Catorce. Iba decidido y preparado para todo. Aunque nunca había estado en Real de Catorce, ese lugar lo conocía al dedillo desde que era un puberto, y antes de que Real sea lo que ahora es. Siempre me gustó la geografía y una de mis revistas favoritas era México Desconocido. Un pequeño reportaje hizo que me enamorara de ese mágico lugar. Y uno de mis sueños era estar ahí.

Había un problema, no quería ir sólo, y no sabía con quien ir. No quería hacer el viaje solo (el físico, pero sobre todo el mental). Tenía miedo, mucho miedo de que me fuera a pasar algo. Invité al Spider, pero es medio miedoso y no aceptó. Total, que invité a Silvestre, alias el Chivis, alias el Pichón, pero el es igual que yo. Ambos somos cristianos, y no es que yo reniegue de la fe (aunque sé que lo que haría estaría mal), pero me gusta experimentar. Era sólo un experimento y mi no me gusta que me cuenten nada, quiero sentir los efectos. Iba preparado, había estudiado con libros y en internet sobre el peyote, sus efectos, la forma de consumirlo. Llevaba música y películas para el viaje.
Le conté al Silvestre sobre mi objetivo y aceptó, aunque no estaba muy convencido, al menos sabía que podía confiar en él.

Pero, para no hacerla larga, una llamada del Jerritz me hizo desistir de mi búsqueda. Jerritz es un veterano en estas guerras síquicas, y al parecer iba a realizar muy pronto un viaje a estas regiones y bueno, mejor me pego con él, y para la próxima prometo ahora si empeyotarme.

Esta es una breve crónica de el primer trayecto: de Reynosa a Matehuala, y de allí pa’l Real.



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Foto 1: Manual del viajero: El imprescindible mapa de la República Mexicana, mis Converses negros, mi Biblia, Caracol mi eterno acompañante (recién llegó de Beijing), dvd’s de Jumanji, El Mago de Oz, Laberinto (con David Bowie), Odisea 2001 y uno de la Pantera Rosa, tres discos de The Beatles, dos de Arcade Fire, dos de Radiohead, el Dark Side of the Moon de Pink Floyd, uno de Portishead y el Contraley de Real de 14, el libro de Naranja Mecánica y uno de Rius sobre las drogas. Aparte muchos mp3’s.
Foto 2: Bienvenidos a Matehuala. Tierra de bicis y motocicletas.
Fotos 3 y 4: Amanecer matehualense.
Foto 5: Mis maletas y yo (tercero de izquierda a derecha).
Foto 6: Túnel El Ogarrio. La entrada a la tierra del Peyote.
Foto 7: Bienvenidos a Real de 14.
Fotos 8, 9 y 10: Real de 14.
Fotos 11 y 12: Yo adentro de una casa antigua embrujada.
Fotos 13 y 14: Rumbo al Pueblo Fantasma. En el camino me encontré dos amables y cariñosos perros realcatorceños.
Foto 15: Antigua mansión del Conde Patula.
Foto 16: Pueblo Fantasma.
Fotos 17 y 18: Real de 14 visto desde las alturas.
Foto 19: El famoso Silvestre Revueltas.
Foto 20: Fin.

Próxima parada: Río Verde.