domingo, octubre 29, 2006

CUENTO ATERCIOPELUDO (PRIMERA PARTE)

EL HIJO EUROPEO

¡Madres!!! A leer la noticia quedé todo estupendejo. ¿Cómo es que lo habían agarrado preso por matar a su abuelita?
Sí, ya sabíamos que ese cabrón estaba loco, pero ¿matar a su abuelita a garrotazos, como si fuera una piñata? Pinche loco, y lo peor es que cuando le rompió el cráneo, el cerebro cayó al piso y, como niño emocionado que se abalanza por los dulces, el buey corrió y se aventó por el cerebro, comió un poco y lo demás se lo guardó en sus bolsillos para la cena.

La verdad, no debería de sorprenderme, eso de las piñatas vivientes ya lo hacía desde que íbamos a la secundaria, sólo que Juan José de Jesús Equihua lo hacía con animales: El canario de su abuelita (que se llamaba Piolín off all the names), tres gatos callejeros, el Canelo (el perro de su vecino), el Dinky (el perro lanudo de su novia Lizeth), me atrevo decir que a Diufor (mi perro que desapareció misteriosamente, y que sospechosamente el Juan siempre preguntaba por él cuando iba a mi casa), y un largo etc. Pues perdí la libreta en el que meticulosamente anotaba cada sacrificio ritual que hacíamos cada fin de semana.
Bien, nos íbamos todos en bola, y atravesábamos el cementerio en la noche y llegábamos a un monte al otro lado del arroyo, y ahí colgábamos a los animales y nos dábamos la divertida de nuestras vidas golpeando inmisericordemente a los animales.
Para dizque no sentirme mal, yo sólo era el encargado de la cuerda, y siempre trataba de que no les pegaran, pero eso era imposible. Hoy me siento mal al recordar esto, por esta razón esos hechos traumáticos me hicieron para expiar mi culpa unirme y ser un miembro activo de grupos como Selva Negra, Greenpeace, Sierra Madre, Sociedad Protectora de Animales, Gente por la Defensa Animal, y PETA.

Bueno, el chiste es que Juan José, después de matarlos, los destazaba diestramente con los cuchillos de Aristeo (quien los sacaba furtivamente de “La Chuleta Huehuenche”, la carnicería de su papá), y después tiraba los restos al río.
Me parece que en todos estos años nadie se dio cuenta de las maldades que hacíamos.

Juan José de Jesús estaba reloco, pero era buena onda y muy roquero. Cuando los más “roquerotes” andabamos en la onda heavy y alternativa escuchando al primigenio Nirvana, a Iron Maiden, a Kiss, a Depeche Mode, a The Cure… Juan José llegaba con cada álbum raro, desconocidos pero efectivos y muy chidos.
Por ejemplo, gracias a él conocí a Sonic Youth, Motorhead, Slayer, Venom, Yo La Tengo, Pixies, The The, The Residents, The Fugs, John Cale, Frank Zappa, y sobre todo a The Velvet Underground.

Nunca olvidaré la primera vez que el cabrón llevo un disco de acetato. Una portadota blanca que sólo tenía la imagen de un gran platano. El nombre del grupo, el nombre del diseñador de la portada un tal Andy Warhol, y una pequeña leyenda en inglés que no sabíamos que significaba pero que ya nos imaginábamos. Ya después el Castelán que era el más bueno para eso del inglés nos dijo que “Peel slowly and see” significaba “Pele lentamente y vea”, el Juan José levantó la cascara del plátano, y debajo de ella pues estaba lo que debía estar, la imagen de un plátano pelado. Era lo elemental y lo lógico. ¿Qué esperábamos? Era y es tal vez la mejor y más maravillosa portada de la historia del rock.

¿Y la primera vez que escuché a Velvet Underground? Era un viernes, ya casi para salir de la escuela. La ruca ogra lentejuda que nos daba Ciencias Naturales hizo un bien a la humanidad al no presentarse a trabajar, así que nos quedaban dos horas libres que es lo que duraba la maldita clase.
Entonces, el Juan José sacó la gabacha (así le decíamos a su grabadora Fisher de doble cassetera). A pesar de las peticiones de varios, ignoró olímpicamente Metallicas, Doncellas de Hierros (su grupo favorito), Beatles, Van Halens, Caifanes, Curas, y hasta al prendidón de Pistolas y Rosas.
Saco de su mochila un cassette blanco, y con un plátano en la portada. Al verlo, no pude evitar emocionarme y exclamar “¡The Velvet Underground”! Juan José volteó a verme y me sonrió, cosa que casi nunca hacía, sólo cuando hacía una maldad.

Lo que sucedió ese día fue como vivir un sueño despierto. Fue una experiencia que marcó y cambió mi vida.
Un sonido entre celestial, entre canción de cuna. Un instrumento llamado celesta y unas campanitas me hicieron volar de inmediato. La rola se llamaba “Sunday Morning” y fue amor a primera escuchada. Después siguió otra llamada “I’m wating for the man”, que parecía sólo una sucesión de de rasgueos de guitarra, algo así “ranranranrán ranranranrán…”. Luego, una voz hermosísima de una mujer llamada Nico, con unos coros masculinos que parecían gatos desafinados, cantaba una canción que se titulaba “Femme Fatale”. Al oírla, te enamorabas de esa voz.
Después una canción lenta, oscura, que tenía por nombre “Venus in furs”, y que de vez en cuando se escuchaban unos guitarrazos que parecían como unos latigazos.
Luego, seguía un rocanrol rapidito y garagero llamado “Run run run” y que aunque no supieras inglés se te pegaba el coro.
“You gotta run run run run run run, take a drag or two. Run run run run run, gipsy death and you, tell you whatcha do”
Para no hacerla larga, me impactaron tres rolas. La primera que ya mencioné. La número siete que se llama “Heroin”. Era algo que nunca había escuchado. Una canción hermosa, poderosa, ruidosa, destructora, que no podía dejarte indiferente.
Y la última,
“European Son”.
Empezaba con un bajeo rítmico, rápido y con una figura repetitiva, y después entraba la guitarra. Antes de empezar la canción, el Juan José estuvo muy serio, pero a la primera nota se levantó de su asiento, empezó a bailar y a hacer que tocaba el bajo. Después tomo una silla y corriendo la arrastró sobre el piso, y en el momento preciso, sincronizado con la música, la levantó por los aires, dio media vuelta y ¡crash!, que la estrella contra la ventana. Todos nos quedamos boquiabiertos ante esa osadía, ante este performance, mientras Juan José se veía feliz riéndose como loco.

En eso llega un maestro, y después "el Camarón" (el director de la escuela), junto con su esposa "La Totola". Ven la grabadora y la desconectan. Furiosos preguntan de quien es. Nunca faltan los chismosos, pero Juan José era bien valemadrista y muy orgulloso se paró y dijo que él era el dueño y que él había roto la ventana. El director cara de perro bulldog lo saco del salón y se lo llevó a la dirección. Nunca volvimos a ver a Juan José en la escuela. Lo expulsaron.

Ahí terminó esa anécdota, sin embargo ahí empezaba mi obsesión aterciopelada y subterránea. Ahí empezó mi amor enfermizo por ese disco que años más tarde me hizo formar mi propia banda, pero antes tenían que suceder varias cosas, antes tenía que conseguir ese disco a como diera lugar, y antes, antes tendría que sufrir una madriza que nunca se me olvida y que de no ser por un cuate que llego justo a tiempo podía haberme convertido en piñata humana.


No sé pierda la segunda parte de esta ilustrativa y edificante anécdota de la vida irreal, la próxima semana: "All Tomorrow Parties". Hasta la vista amigos y amigas.

7 comentarios:

Ana dijo...

Hamlet, como soy una maldita desordenada no se qué putas hice con tu mail. Así que me permitiré dejarte aquí el link al artículo del NYT. Saludos.


http://travel2.nytimes.com/2006/10/16/arts/music/16cbgb.html?pagewanted=all

Karina dijo...

My beloved monster: debo repetir comentario.

The velvet underground and Nico... Qué puedo yo decir, si soy una fresa que no sabe de perversiones sadomasoquitas con Venus en peluches, ni de odas a la heroína, ni me hago llamar Kandy Warhol, ni tengo una libretita con nombres numerados, nunca he estado cruda el domingo en la mañana, tampoco podría haber pertenecido a la bola de locos que vivían en The Factory, por que yo no huelo drogas como Eddy Sedgwyck, ni mucho menos creo que haya gente que hayamos venido al mundo a morir de nuestras pasiones. Ni tengo 26 dolares en la mano, mientras espero a mi hombre en la esquina, eso es bien gay. Tampoco pienso en los vestiditos que no tengo para todas las fiestas de mañana, ni mi nariz es de oro (pero mi aretito sí), ni gritaron los angeles cuando me puse azul, because I've never turned blue. Mucho menos me peino como Sedgwyck y Warhol, guacala. Tampoco arrullaba a mi sobrina con ese disco, qué te pasa.

(se me quitará lo agresiva cuando te deje de gustar The velver underground y Naranja Mecanica)

Ginger dijo...

¿Esta historia es neta? ¿Si usabas animales como piñatas?

Jijos, prefiero no escribir más sobre esto, tengo una opinión sobre el maltrato a los aninmales demasiado radical.

Besos!

Amenazza dijo...

Hola mi amigo, he andado muy retirado pero ya llegué de donde andaba...
Saludos,

Decireves dijo...

PROXIMAMENTE UNA RESEÑA QUE SE COMPLEMENTARA CON TU TEXTO DE ESE ASOMOBROSO DISCO HAMLET...TENLO POR SEGURO

SALUDOS...

P.D. AYER DISCULPAD, ME ADVOQUE A CUIDAR A FATIMA Y YA NI TE PELE...

Guffo Caballero dijo...

Saludos Hamlet! Gracias por lo que dices en lo blog. Buen miércoles.

Anónimo dijo...

Mmm... muy violento para mi gusto, pero muy divertido. Pude haber leido los otros comentarios, pero eso habria contaminado el mio. Me parecio bueno y muy gracioso... Pero si sigue asi, me esta haciendo pensar que dentro de usted, en unos años va a emerger un sadico, psicopata, violento, zoofilico y lo que se junte... Uy que mello... Besos