martes, noviembre 29, 2005

A LA MEMORIA DE JOHN ONO LENNON (09/10/40 - 08/12/80)

Este próximo 8 de diciembre se cumplirán 25 años del asesinato de John Lennon. Y su influencia y memoria siguen todavía tan vigentes.
Me imagino a miles de escritores, periodistas, reporteros, locutores y conductores de televisión de todo el orbe, buscando inspiración para escribir unas líneas en memoria de Lennon. De Nueva York a Buenos Aires, de Londres a Tokio, de Berlín a Los Angeles... Y también, en nuestra amada Reynosa, hay gente común que ha sido tocada, cambiada, trastocada (aunque sea interiormente) por la música de este genio.

Así que, rodeado de una pequeña montaña de libros, revistas que hablan de él, y al igual que el trístemente célebre Mark David Chapman, el asesino de John, que después de chutarse unas 25 veces el libro de J.D. Salinger "The Catcher in the Rye" (libro de cabecera de asesinos famosos) acabó escuchando una voz que le ordenaba: "el Guardián en el centeno dice que John Lennon debe de morir". Así yo, escucho una voz que me ordena y me obliga a escribir algo en memoria de Lennon.

Así, sentado, espero que la inspiración baje del cielo. Nunca llega. Me doy cuenta de que a pesar de autoproclamarme roquero de cepa y beatlemaníaco de estirpe lennoniana, ¡Oh, sacrilegio!, ¡No tengo ni un sólo disco de él!
Salgo de mi casa y me dirijo a una tienda de discos, y adquiero la nueva recopilación de exitos de Lennon, el "Heróe de la clase trabajadora". Chido, trae 38 canciones, más que suficientes para darme un poco de inspiración. (Ya de paso en la tienda me traigo el triple de Greatest Hits de Queen, el nuevo de Franz Ferdinand y el Antics de Interpol).
Llego a la casa, pongo el compact en el reproductor, play y suena "(Just like) Starting Over".El viaje empieza y la inpiración empieza a descender.

Descubro una amarga verdad, y me doy cuenta de que ya no hay nada que añadir a los millones de escritos sobre la vida y obra de John Lennon, y que lo mejor es tratarlo desde una óptica interior. Desde mi propia vida.
Aceptada esta verdad, llegan a mi vida dos recuerdos de cuando era un chaval.

Poza Rica, Veracruz. 9 de diciembre de 1980.
Tenía escasos 5 años. Ese día estaba jugando futbol en el patio de mi casa. Llega mi papá y le dice a mi mamá muy triste y alarmado mostrándole un periódico. "¡Asesinaron a John Lennon!".
Le pregunto a mi padre "¿Quién es John Lennon?". Me explica que Lennon era un cantante y músico, de los Beatles, la banda de rock más grande del planeta.
Al otro día mi padre llega con un cassette de 20 grandes exitos de The Beatles. Escuchar esa música fue todo un torrente de emociones a pesar de mi corta edad. Fue amor a primer oído y mi entrada temprana y permanente al maravilloso universo roquero. Pero, lo mejor de todo es que tuve como un Deja Vu, esa música ya la había escuchado cuando era un bebé. Y sí, en la Ciudad de México, de dónde somos originarios, mi padre tenía un tocadiscos y una pequeña colección de los Beatles. Así que mi admiración por ellos y en especial de Lennon, viene desde el vientre de mi madre.

Segundo flashazo. Un viaje que resulto trascendental para mí. Mi familia y yo salimos de vacaciones al Df en una pequeña camioneta Datsun. Era 1987 y tenía once años. Todo el trayecto Poza Rica-DF fue sonorizado con música de rock en español de los 50 (Los Rebeldes del rock, Los Locos del ritmo, Los Hooligans, Los Teen Tops...) y obvimente Los Beatles, a quién mi hermano y yo no entendíamos las letras, pero cantabamos como desaforados en un inglés ininteligible.
Llegamos a México City a casa de mis padrinos. Después a mi padre se le ocurrió visitar a unos viejos amigos en un pueblito llamado Tenango del Aire, en el Estado de México. Sólo fuimos mis padres, mi hermano, yo y una hija de mi padrino llamada Lizeth y que la llamabamos Liz, que tenía mi misma edad y del que estaba pérdidamente enamorado. Aunque eso nadie lo supo, ella fue mi primer amor platónico.
Bueno, llegamos a una casita rústica, en medio del campo, muchos árboles, nopales, animales sueltos, calles sin pavimentar, bardas de piedra, magueyes, muchas flores, un aire tan puro y prístino que casi se podía palpar, y una pequeña comida afuera de la casa. Total, que me aburrí, le pedí las llaves de la camioneta a mi papá y encendí el estereo de la camioneta y puse a mis amados Beatles mientras contemplaba el Popo y la majestuosidad de la Mujer Dormida.
En eso estaba cuando Liz se aparece, bellísima como siempre. También estaba aburrida y se sienta a mi lado.
Erróneamente imaginaba que la música que a mi me gustaba le debía de gustar a los demás, así que le pregunté a Liz:
-"¿Te gustan los Beatles?"
-"No, ¿Quiénes son esos"?"
-"Los estás escuchando"
-"No, no me gustan".

Al oír esta respuesta me llevé una desilución y no pude más que pensar: "¡Oh, Liz. ¿Cómo es posible que no te gusten mis amados Beatles,nena?
Le pregunté entonces, "Y a tí ¿Qué música te gusta?"
-"Pues a mi me gusta Juan Gabriel, José José"
Segunda desilución. Ahora me la imagino casada, y sus hijos oyendo cosas como RBD, Belinda, Moderatto, reggeaton... (Guac!!!)

Después de eso le dí una pequeña cátedra beatlesca, y como yo nombraba mucho a Lennon, ella me pregunto que quién era ese tal Lennon.
Mi respuesta dio fin a la conversación y es de antología: "¡Yo soy Lennon!"
Le tome su mano, y me puse a cantar la de "I want to hold your hand".
Ya la estaba abrazando porque pues yo quería con ella y parecía que ella conmigo, pero en eso llega mi hermanito, nos ve y la suelto. Por desgracia nunca paso nada entre nosotros. Fin.

Después de estos recuerdos, me doy cuenta que ya no hay nada más que contar, que no hay mejor forma de homenajear a nuestros heróes. Que cada persona tiene su propia visión, su propia historia que contar. Esta es mi hisoria, una historia no revolucionaria, que sólo transformó mi mundo interior; pero, si sumamos todas las historias de la gente que ha sido tocada por la música de Lennon (y de Los Beatles en general), el resultado es demasiado grande y suficiente para haber hecho una revolución iniciada hace ya muchos años, y que hoy en día sigue encendiendo mechas cada vez que alguien por vez primera escucha esta música revolucionaria.
Así, mientras suena la bellísima "Real Love" me doy cuenta que la única manera de tributarle honor y perpetuar la obra y memoria de John Lennon, es mediante su música y sus discos. Sentarse, abrir los oídos y empaparlos con los acordes de "Imagine", "Jealous Guy", "Stand By Me", "Oh, my love", "Woman", "Love", "Mother"...
Transmitir su música a las nuevas generaciones, y esperar, quizá en vano, que este nuevo siglo nos de otro genio musical. Como Lennon fue el Beethoven del siglo pasado, esperemos ahora al Lennon o la Lennon de este nuevo siglo.

2 comentarios:

Jesús González dijo...

Siempre se agradece que alguien rememore a Lennon. Aunque cada año Lennon sea un Lennon diferente para mí. Aunque en nuestro enamoramiento hayamos tenido nuestras diferencias y pese a que él nunca haya escrito una canción como "She's leaving home".
Aunque, después de todo, se haya ido. Y no.
Saludos

Hamlet dijo...

Gracias tocayo por ser el padrino, el que por primera vez escribe un buen comentario. Y que bueno, que sea con algo de Lennon. Saludos y gracias de nuevo, soy fan de tu blog.