“Celso Piña es un conductor de tribus. Si estuviese en tiempos medievales sería el ‘acordeonista de Hamelin”
No sé cuando la dijo. Es una frase antigua, pero apenas la conocí viendo un programa de televisión (Multimedios), donde un conductor estupido entrevistaba y homenajeaba a un Celso Piña, quien sólo abría la boca para soltar una sarta de incoherencias, creyéndose un iluminado, un gurú de la música.
La frase es del apantallapendejos (y pendejo también, no le tengo ningún respeto) de Carlos Monsiváis.
No sé que tiene este vejete que todo mundo lo reverencia, lo mama, lo respeta, y toma tan a pecho y en serio las netas que suelta. Todo lo que dice es ley. El tiene la única razón, y todos los demás estamos equivocados.
Es un líder de opinión (cualquier cosa que eso signifique). Sus opiniones son tan fundamentales que tenemos que esperar a que él meta su cuchara en cualquier asunto para saber si estamos bien o mal. Siempre se le consulta, y él muy presto, sintiéndose un nuevo súper héroe patriota corre a opinar, sabiendo que lo que diga moverá e influirá a las masas que no saben pensar por sí mismas.
Al parecer don Carlos Monsiváis escribió esta frase en una revista, y con ello le dio la bendición a don Celso Piña: Un buen acordeonista, autoproclamado como el “rebelde del acordeón”. ¿Rebelde del acordeón? No me hagan reír.
Su forma de tocar este instrumento es de lo más rudimentario. Si acaso un poquito más arriba que Julietita Venegas. De kinder. Neta, en Reynosa hay músicos callejeros que tocan mejor que este vato. ¡Hasta el Félix de Volumen 2 tiene más gracia!
Para ser un rebelde tendría que transgredir las normas, la forma de tocar su instrumento, revolucionar. Sólo porque un grupo de roqueros decidió sacarlo del anonimato en el que sobrevivía en una pequeña fama local, ya se cree o lo han hecho creer que es un revolucionario, un creador de un nuevo género llamado “cumbia progresiva”.
No dudo para nada que es una buena idea, pero se necesita mucho talento e ingenio para hacer estas fusiones. De hecho, su disco no está nada mal. Me gusta la mezcla del acordeón sobre el rapeo de “Comprendez Mendes” de Control Machete. Está más chida que la original, y es una canción muy acorde con los tiempos globalizados en los que vivimos.
Pero, a que haya hecho algo nuevo es otra cosa. No sé. A mi me gusta el rock, pero escucho de todo. En las peseras en las que me transporto ponen cada porquería, pero a veces ponen cumbias colombianas, y en ocasiones me toca escuchar cada maravilla, largos intermedios con solos de percusiones, una guitarra eléctrica con maravillosos e intrincados pasajes instrumentales, y un bajo galopante que lleva el ritmo de un modo hipnotizante. Totalmente progresivo.
No. Celso Piña no es un inventor de géneros. No tiene la gracia de trascender como un Carlos Santana que sin quererlo creó un género que influyó y transformó el rostro de la música.
Tampoco es un rebelde. No es para nada el mejor acordeonista de estos lares. Escuchen al verdadero rey del acordeón, Ramón Ayala y sabrán lo que les digo. Oigan como hace chillar su acordeón en “Un rinconcito en el cielo”. Del otro lado, hay acordeonistas muy influidos por el rock, por el texmex, por el blues. Michael Salgado, Eddie González (escuchen esa rolota que es “El disgusto”), y el buen Flaco Jiménez (escuchad su versión a la clásica “Margarita” acompañando a los Súper Seven, o su colaboración con Café Tacuba en “Las persianas” – solo noten la diferencia en un concierto, la canción es totalmente gris sin el acordeón de este maestro).
De Canadá está la bellísima Régine Chassagne de Arcade Fire que también toca mejor que este señor, que quiere ser igual que los verdaderos maestros del Vallenato de Colombia.
Y tampoco es un conductor de tribus como afirma Monsiváis. Acaso guía a las huestes de ignorantes que no saben de música. Muchos de ellos verdaderos chuntaros, nacos de verdad y no de pose, gente arrabalera que por su condición y contexto es válido que estén empapados de la música de Celso Piña.
Pero, Carlos Monsiváis se va por otro lado. Le gusta reivindicar todo lo naco, lo grotesco. Gusta de escribir de un modo apantallante, grandilocuente, efectista, rebuscado, y pretencioso.
Lo peor es que es un completo ignorante es cuestiones musicales. Un oportunista de primera que cambia de bandera cada que le conviene.
¿Qué acaso nadie se acuerda que este viejito, era el mismo que hace décadas estaba en contra del rock? En contra de los jóvenes, de nuestra música, de Avandaro. El mismo que llamó a esos chavos la primera generación de gringos nacidos en México.
Como nunca pudo con el enemigo, pues mejor se le unió, lo institucionalizó.
Hoy es una vaca sagrada al igual que Pedro Infante, la Virgen de Guadalupe, la UNAM, Carlos Cuevas, Tin Tan, La Maldita Vecindad, Jodorowsky, el Ché Guevara…
Nadie se atreve a cuestionarlos, a criticarlos, y lo que dicen es la mera neta.
En fin, Celso Piña es un “conductor de tribus” sólo en el mundito feliz de Carlos Monsiváis, porque en el mío, yo no me trago la finta y no me dejo seducir por seudo acordeonistas de Hamelin.
No sé cuando la dijo. Es una frase antigua, pero apenas la conocí viendo un programa de televisión (Multimedios), donde un conductor estupido entrevistaba y homenajeaba a un Celso Piña, quien sólo abría la boca para soltar una sarta de incoherencias, creyéndose un iluminado, un gurú de la música.
La frase es del apantallapendejos (y pendejo también, no le tengo ningún respeto) de Carlos Monsiváis.
No sé que tiene este vejete que todo mundo lo reverencia, lo mama, lo respeta, y toma tan a pecho y en serio las netas que suelta. Todo lo que dice es ley. El tiene la única razón, y todos los demás estamos equivocados.
Es un líder de opinión (cualquier cosa que eso signifique). Sus opiniones son tan fundamentales que tenemos que esperar a que él meta su cuchara en cualquier asunto para saber si estamos bien o mal. Siempre se le consulta, y él muy presto, sintiéndose un nuevo súper héroe patriota corre a opinar, sabiendo que lo que diga moverá e influirá a las masas que no saben pensar por sí mismas.
Al parecer don Carlos Monsiváis escribió esta frase en una revista, y con ello le dio la bendición a don Celso Piña: Un buen acordeonista, autoproclamado como el “rebelde del acordeón”. ¿Rebelde del acordeón? No me hagan reír.
Su forma de tocar este instrumento es de lo más rudimentario. Si acaso un poquito más arriba que Julietita Venegas. De kinder. Neta, en Reynosa hay músicos callejeros que tocan mejor que este vato. ¡Hasta el Félix de Volumen 2 tiene más gracia!
Para ser un rebelde tendría que transgredir las normas, la forma de tocar su instrumento, revolucionar. Sólo porque un grupo de roqueros decidió sacarlo del anonimato en el que sobrevivía en una pequeña fama local, ya se cree o lo han hecho creer que es un revolucionario, un creador de un nuevo género llamado “cumbia progresiva”.
No dudo para nada que es una buena idea, pero se necesita mucho talento e ingenio para hacer estas fusiones. De hecho, su disco no está nada mal. Me gusta la mezcla del acordeón sobre el rapeo de “Comprendez Mendes” de Control Machete. Está más chida que la original, y es una canción muy acorde con los tiempos globalizados en los que vivimos.
Pero, a que haya hecho algo nuevo es otra cosa. No sé. A mi me gusta el rock, pero escucho de todo. En las peseras en las que me transporto ponen cada porquería, pero a veces ponen cumbias colombianas, y en ocasiones me toca escuchar cada maravilla, largos intermedios con solos de percusiones, una guitarra eléctrica con maravillosos e intrincados pasajes instrumentales, y un bajo galopante que lleva el ritmo de un modo hipnotizante. Totalmente progresivo.
No. Celso Piña no es un inventor de géneros. No tiene la gracia de trascender como un Carlos Santana que sin quererlo creó un género que influyó y transformó el rostro de la música.
Tampoco es un rebelde. No es para nada el mejor acordeonista de estos lares. Escuchen al verdadero rey del acordeón, Ramón Ayala y sabrán lo que les digo. Oigan como hace chillar su acordeón en “Un rinconcito en el cielo”. Del otro lado, hay acordeonistas muy influidos por el rock, por el texmex, por el blues. Michael Salgado, Eddie González (escuchen esa rolota que es “El disgusto”), y el buen Flaco Jiménez (escuchad su versión a la clásica “Margarita” acompañando a los Súper Seven, o su colaboración con Café Tacuba en “Las persianas” – solo noten la diferencia en un concierto, la canción es totalmente gris sin el acordeón de este maestro).
De Canadá está la bellísima Régine Chassagne de Arcade Fire que también toca mejor que este señor, que quiere ser igual que los verdaderos maestros del Vallenato de Colombia.
Y tampoco es un conductor de tribus como afirma Monsiváis. Acaso guía a las huestes de ignorantes que no saben de música. Muchos de ellos verdaderos chuntaros, nacos de verdad y no de pose, gente arrabalera que por su condición y contexto es válido que estén empapados de la música de Celso Piña.
Pero, Carlos Monsiváis se va por otro lado. Le gusta reivindicar todo lo naco, lo grotesco. Gusta de escribir de un modo apantallante, grandilocuente, efectista, rebuscado, y pretencioso.
Lo peor es que es un completo ignorante es cuestiones musicales. Un oportunista de primera que cambia de bandera cada que le conviene.
¿Qué acaso nadie se acuerda que este viejito, era el mismo que hace décadas estaba en contra del rock? En contra de los jóvenes, de nuestra música, de Avandaro. El mismo que llamó a esos chavos la primera generación de gringos nacidos en México.
Como nunca pudo con el enemigo, pues mejor se le unió, lo institucionalizó.
Hoy es una vaca sagrada al igual que Pedro Infante, la Virgen de Guadalupe, la UNAM, Carlos Cuevas, Tin Tan, La Maldita Vecindad, Jodorowsky, el Ché Guevara…
Nadie se atreve a cuestionarlos, a criticarlos, y lo que dicen es la mera neta.
En fin, Celso Piña es un “conductor de tribus” sólo en el mundito feliz de Carlos Monsiváis, porque en el mío, yo no me trago la finta y no me dejo seducir por seudo acordeonistas de Hamelin.
"¿Acordeonista de Hamelin? ¡Orale, yo no me llevo así con ustedes!"
Gato: "¡Miau! ¿Qué culpa tengo yo de vivir con un señor tan odioso que dice que le gusta Celso Piña? Si supiera que mi primo Tom (el de Tom y Jerry) es el verdadero flautista de Hamelin"